jueves, 30 de octubre de 2014

Cap. 19














Yo nunca soy de esas personas que revelan sus secretos.
Pero a veces .  .  . 
  esa rara sensación de querer demostrar que meresco lo mejor por haber sufrido más, me gana. No hablo mucho porque sé que nadie quiere escucharme, pero, sólo a veces, cuando estoy con alguien que lo merece, suelo delatarme yo misma. 

  Tengo muchos secretos, unos más conocidos que otros, pero existe uno que nadie, jamás, podrá saber. Supongo que es vergüenza este sentimiento. No suelo sentirlo tan seguido. Y es que ese secreto es uno de los mejores que tengo, pero a parte de eso, también tengo otros secretos muy malos. La verdad no recuerdo la edad exacta de todos así que, supongo, que estarán algo desordenados.




SECRETO #1

  Hace mucho tiempo. De la familia de mi papá, vino un sobrino lejano suyo. Yo no lo conocía, por supuesto. Él era uno de los hijos de las hermanas y/o hermanos de mi amado papá.

  Él llegó un día, con su familia, en la noche. Mi tía, abuela, y abuelo se quedaron en la sala del primer piso hablando de la vida y eso. Mientras tanto, mi tía me dijo que le pusiera una película en el reproductor DVD. Entonces, él y yo, fuimos al segundo piso, donde me agaché para ver el cajón de discos DVD. 

  Cuando estaba diciendo: "Qué película quieres ver?". Pero al terminar esa frase volteé mi cabeza para verlo, esperando una respuesta. Pero esa respuesta nunca apareció. Él se acercó a mí. Yo me paré y me quedé quieta, él se acercaba hasta llegar a mi boca y, creo, antes de rozar nuestros labios. Me corrí.

  Empezó un juego llamado: Las Chapadas(como aquí lo llaman). Yo me corría por todos lados(incluida la cama de mi abuela) y él intentaba alcanzarme. Ya cansada me iba cerca de la escalera, y ahí él ya no llegaba. Tal vez porque sus padres o tíos estaban abajo y podrían verlo. Bueno, así fue toda la noche.

  Después de unos años, aquel niño raro volvió de visita, cuando llegué del colegio. Lo vi durmiendo(muy "cómodamente" en la cama de mi abuela). Luego de que ellos se fueran mi abuela me dijo que ese niño es retrasado mental o algo así. En ese momento esa escena de mi pasado se me aclaró. La verdad me daba miedo tener que verlo durmiendo ahí, ya estaba muy alto y grande. Aunque al menos ya se me aclaró este episodio de mi estúpida vida sin sentido .  .  .  



SECRETO #2

  Yo nunca le he contado a nadie de mis visitas a Infratierra. Y no creo que se los cuente, nadie me creería. Aunque tengo muy buenos recuerdos ahí. 


  Todo empezó cuando estaba en el jardín de la casa de mi madre. Ella me ayudaba a estudiar el curso de Historia. En un momento me alejé de ella y me puse a jugar cerca de los árboles. Vi al conejo blanco y lo seguí. Él se escondió en un agujero, en el árbol. Y yo también me metí. Está fue la segunda vez que fui al País de las Maravillas. Y aún espero volver. El Sombrerero me dijo y me prometió que nunca se olvidaría de mí. Y yo .  .  .  . .  aún espero mi última visita a Infratierra.





SECRETO #3

  Hace unos cuantos años, en la escuela, alguien me quito mi pelota. Mis cosas, para mí, son muy sagradas. No me agradan esas chicas que se dejan quitar las cosas como si fueran juegos tontos. A mi no me gustan esos juegos. Así fue como, en un momento de sagrada ira, me abalancé encima de aquel chico alto de secundaria cuando yo estaba apenas en 4º o 5º de primaria. Lo acorralé entré la pared y puse mi brazo en su cuello. 

  Por un momento el chico gritó que lo soltara. Pero luego de unos minutos ya ni siquiera podía hablar. Jadeaba lentamente para que lo soltara. Pero de nada me servía desquitarme con ese chico, si mi pelota ya lo tenía otro. Sólo se la pasaban como sí fuera un juego. Entonces lo solté .  .  .

  Yo sólo quería jugar con mi pelota y con, quienes entonces eran, mis amigas. Pero no fue así como me lo imaginaba. Luego de eso me fui al baño a llorar un poco. Muchas entonces creyeron que aquel idiota me había golpeado, pero no fue así. Y las otras seguían persiguiendo a los chicos inútilmente para que me devolvieran mi pelota. Pero, a veces, eso me pasa por jugar con niñas que conocían chicos de secundaria y, por puro capricho, querían ser como ellos.




SECRETO #4

  Era primavera, y nadie estaba en casa. El hogar que ahora es de Hope, entonces era un terreno de hermosos árboles. Estaba por el bosque cuando vi un coyote que jadeaba en el suelo. Me acerqué y vi que tenía una profunda herida de cuchillo. De mus bolsillos saqué una venda y alcohol, abrí la botella y deje caer unas gotas sobre la gran herida. Soltó un suplicante gemido de dolor. Tomé la venda y cubrí la herida. 

  Estaba volviendo a casa cuando sentí que el viento me seguía. Detuve mis pasos y el viento paró igual. Sentí que alguien estaba detrás mío. Volteé lentamente y vi a quien nunca me imaginé ver. Él alzó la mirada y su sonrisa desquiciada. Solo lo miré y vi la distancia que nos separaba. No hacía nada así que volteé para seguir mi camino. Pero al girar él ya estaba frente a mí. Intenté preguntarle que hacía aquí, pero no alcancé a decirlo. Él me besó, y en menos de un segundo sentí como su lengua pasaba por toda mi boca. Estaba a punto de sacar unos de mis cuchillos más afilados de mis bolsillos para clavárselo en la nuca. Hasta que se desvaneció por los árboles. Me quedé ahí, con cuchillo en mano, y volví a casa.





SECRETO #5

  Aún nadie sabe de mi visita a aquel mundo de sangre. 

  Y desde mi ida de ahí he recibido mensajes. Tales como ¨Debes ser una asesina¨, ¨Se una de nosotros¨ y ¨Acompáñanos en nuestro hogar¨. Pero hasta ahora no he lastimado a nadie .  .  .  eso creo. Solo lo he hecho a quien se lo mereciera, ni siquiera sé si eso cuenta. A veces las personas deben pagar por lo que hayan hecho siendo conscientes o no de aquel acto.

  Debo admitir que no fui muy gentil con las personas que amenazaron a mi abuelo. Pero eso es lo que se obtiene por hacer eso.

  Además, tampoco fue gran cosa lo que le hice a  .  .  .  esa niña raro que lastimó a Hope una vez. Hay que ser realistas, esa niña merecía morir!! Y más que eso. Pero no fue muy largo su castigo. Siempre he querido que Hope sepa como defenderse sola, porque ser amable no significa que nadie le hará daño. Tiene que tener un plan B. Opciones, alternativas, lo que sea!! Como yo, siempre llevo ¨unos cuantos¨ cuchillos en mis bolsillos. Pero eso no es nada exagerado. No! no lo es. 












En fin .  .  . 
Sé que no es mucho.
Pero es porque ya no recuerdo más, siempre soy víctima de mi corta memoria.


Pero aún falta uno .  .  . 
El peor y más guardado secreto que cualquier niña pudiera tener(Ni que fuera tan malo. .  . )
Pero es el único secreto(Además de otro innombrable) que nunca se ha dicho.










SECRETO #6

  .  .  .  
  .  .  .  Amo a mi hermano
Lo amo más que a nada ni nadie.
Sobre todo el mayor .  .  .
Siempre lo amé, porque fue mi primer amigo cuando me dejaban sola y desprotegida.
Él era el único que me demostraba preocupación, sin mencionar que siempre, cuanto podía,  me defendía a mí y a mi hermano menor.

  Hace unos(muchos) años. Cuando yo era niña y apenas tenía 5 años. Sí, aquella época donde ni siquiera sabía escribir o leer, y a las justas sabía como escribir mi nombre. 

  Bien una de esas noches, las cuales las pasábamos solos, en la oscuridad. Sin comida y sin abrigo. Con las paredes sucias y el suelo lleno de porquería. Una de esas noches .  .  .  fue el comienzo de todo. Antes de que pasara lo que nadie presenció jamás. Antes de conocer a aquellos seres del que nadie, Nadie conoce la existencia. Mucho antes de caer por el agujero, antes de perderme en el bosque, antes de que pasara cualquier cosa subnormal y que hiciera mi vida interesante de alguna manera. Era una noche dedicada a la Inocencia perdida.

  Ese día, no recuerdo si alumbraba el sol o ya acechaba la noche, estábamos solos. Mi hermano mayor y yo, vagábamos por las habitaciones ya conocidas y buscábamos algo que hacer. Fue cuando entonces él encontró un libro. Yo me acerqué a él para ver lo que había ahí. Solo recuerdo unas tres imágenes que hasta ahora recuerdo. La primera era de una mujer dentro de las sábanas, encima de ella reposaba un hombre, la segunda era igual no le vi diferencia en ese entonces, la tercera era igual, la única diferencia era que la mujer se veía un poco más .  .  .  gorda. En fin, mi hermano me llamó y me acostó en un viejo sofá. Se puso sobre mi y no recuerdo si me desvistió o hizo algo más. Pero recuerdo algo .  .  .   .   Él estaba encima mío .  .   .   .   arriba, abajo, arriba, abajo .  .   .  .  .  .   Así eran sus movimientos .  .   .   .   .  .  me preguntó: ¨Sientes algo?¨. Pero mi respuesta siempre era: ¨No, no siento nada.¨


  Después de eso no recuerdo nada más, no fui tan valiente de ver hacia abajo y saber que era lo que había introducido en mí esa vez. Me hubiera gustado saberlo.  .   .   .   .   .  Pero en ese momento podría jurar que no sentí .  .   .  .  nada. Nada, sentía que era inválida, no sentía mis piernas .  .   .  .  

  Pero no debía importar lo que sentí en aquel entonces .  .   .   .   .   .  Sino lo que sentí después .  .  .  






















Perdoné a mi hermano esa vez, y no he vuelto a hablar de eso. Nunca

  Yo amo a mi hermano, y nunca desaparecerá ese sentimiento, haga lo que haga. 

  Desde que mi hermano se fue, ha querido acercarse a mí. Y tengo miedo .  .  .  
De que quiera hacer eso otra vez conmigo .  .   .  .  

Pero no lo sé .   .   .  .  






Eso es todo, no recuerdo más. Que les sirva de algo .  .   .   .   .  .  









































(Cap. 19 Inocencia)

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